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mundoclasico.com

Tarkovski + Billone = ARTE (con mayúsculas)

Pierluigi Billone: 1+1=1. Petra Stump y Heinz-Peter Linshalm, clarinetes. Jeunesse, Der Musikveranstalter y Kairos, coproductores. Alfred Reiter, ingeniero de sonido. Un CD DDD de 70:02 minutos de duración grabado en la sede del Klangforum Wien en Viena, del 12 al 16 de octubre de 2006. Kairos 0012602 KAI. Distribuidor en España: Diverdi
Paco Yáñez

El año 2006 se cerraba en Mundoclasico.com con una serie de artículos sobre la figura del cineasta ruso Andrei Tarkovski (1932–86), y más en concreto sobre la presencia de la música en su filmografía [ver artículos]; una relación que dividíamos en tres etapas y que presentaba como una de sus películas más significativas a Nostalghia (1983). Obra de profunda belleza, en la que un poeta ruso contemporáneo sigue las pistas históricas de un compositor de su misma nacionalidad que en el siglo XIX recorriera tierras italianas; en ella Tarkovski reflexiona sobre la soledad, la pertenencia a una cultura y los sentimientos de aquellos que viven desplazados de una tierra a la que le unen vínculos tanto culturales como afectivo-emocionales que condicionan su existencia.

Filmada con la delicada poética que solía destilar Andrei Tarkovski en sus últimos años de vida, la cinta supone una verdadera autobiografía del realizador, así como una sincera confesión de sus sentimientos en lo que constituía el comienzo de un exilio que nunca tendría retorno a la por entonces todavía Unión Soviética, donde había dejado a su familia y a un hijo con el que sólo se pudo reencontrar en sus últimos días de vida.

Nostalghia supone, asimismo, el encuentro de dos almas que se reconocen, de dos personalidades que, pudiendo parecer en ciertos aspectos antagónicas, se dan la mano para compartir un deseo y un camino de filantropía humanista ajena a los tiempos que viven (vivimos). Estos son los personajes de Domenico y Gorchakov. Uno de los pensamientos capitales de Domenico es el de la unidad, de marcadas influencias orientales y panteístas, a pesar de marcarse aquí en clave aconfesional, atisbos que volveremos a ver asomados en Offret (Sacrificio, 1986), último de los films de Andrei Tarkovski.

En su visita a la casa de Domenico, Gorchakov observa escrita en la pared una gran cuenta aparentemente errónea de acuerdo con la lógica matemática, pero que el italiano se empeña en verificar desde un punto de vista espiritual y filosófico: 1+1=1; la suma de las partes entendida como un todo en el que no existen divisiones internas sino una realidad mayor que comprende, en la misma esencia, a las anteriores; cuenta que ya habíamos visto operar, también con dos gotas, al niño burgués de la película Deserto Rosso (1964), de Michelangelo Antonioni; un director muy apreciado por Tarkovski.

Son muchos los compositores que se han visto seducidos por Tarkovski a la hora de crear sus obras, verificando en sus piezas esta operación matemática y dando lugar a un ente mayor, a una realidad artística con mayúsculas en la cual los límites, las fronteras personales y estéticas de los creadores por separado se diluyen para dar lugar a una síntesis nueva que suma y globaliza esas dos partes autónomas. Tales fueron los casos de Luigi Nono, György Kurtág (también sobre Nostalghia), Wolfgang Rihm, François Couturier o ahora Pierluigi Billone (Sondalo, 1960), que desde la Italia de Nostalghia nos plantea una de las más profundas, ambiciosas y bellas obras surgidas sobre la obra del director ruso; confirmando, una vez más, aquello que decía Domenico a Gorchakov de que “una goccia più una goccia, fanno una goccia più grande, non due!”.

Tras escuchar este 1+1=1 (2006), me atrevo a decir que estamos ante una de las obras más importantes para clarinete(s) en la literatura camerística de las últimas décadas; tal es su calado musical, su monumentalidad, su valor artístico y el tour de force técnico y expresivo que propone a los dos clarinetistas que se enfrentan a esta pieza de más de 70 minutos de ‘feldmaniana’ duración. En este recorrido, el intérprete debe ahondar en todas las posibilidades sonoras imaginables de su instrumento, con una exploración profundísima de los registros sonoros autónomos y de síntesis; aspecto éste capital en lo técnico y en lo conceptual, por cuanto la dinámica que propone Billone, como la cuenta-filosófica de Domenico, es la de la creación de una suerte de unidad clarinetística superior que se muestra como un sonido de fusión llegando a desdibujar los límites internos del elemento productor de sonido, absorbido por la amalgama que lo supera.

Del uso de las llaves como elemento rítmico e inestabilizador, a las proyecciones en flautato, pasando por los trémolos o un sutil juego de dinámicas y de aproximaciones tonales recorridas en continuidad a través de un sinuoso legatissimo, todo el cuerpo del clarinete se convierte en agente productor de sonido, aspecto éste en el que Billone es tan deudor de Lachenmann; a la vez que la voz entra a formar parte de la escena acústica, con recitados, parlato, silabeado soplando al instrumento, etc, por parte de los solistas. Todo ello crea un universo marcado por una continua exploración, en la que Billone se mueve con absoluta libertad, originalidad y falta de prejuicios estéticos.
Para su ejecución, Billone, un compositor que fue alumno de Helmut Lachenmann y Salvatore Sciarrino – dos de las voces capitales de la música actual -, emplaza a los solistas separados 15 metros el uno del otro, con lo cual el espacio se conforma como elemento primordial en la configuración del paisaje sonoro, con sus ecos y construcciones reverberantes. Ésta gran sensibilidad por la contextualización de la música como realidad física supone el uso del espacio como un verdadero instrumento musical, así como la implicación del oyente en una situación nueva de escucha, significativa y exigente, que debe mucho a Luigi Nono. Petra Stump y Heinz-Peter Linshalm responden con maestría y total solvencia a estos presupuestos espaciales, técnicos y conceptuales, convirtiéndose en auténticos coautores de una pieza a la que dotan de profunda sensibilidad y belleza poética, en la línea de todo lo hasta aquí citado.

La grabación es excelente, de una naturalidad pasmosa, además de mostrar perfectamente la ubicación física de los instrumentos, su interacción sonora en el espacio y la enorme gama de registros tonales del clarinete bajo, un instrumento nada sencillo de grabar y que aquí suena con todo su cuerpo y presencia. La presentación del CD, como siempre en Kairos, muy buena, con textos del propio Billone, fotografías y biografías de compositor e intérpretes, así como varios fragmentos de la partitura.

No puedo concluir esta reseña sin recomendar el visionado/vivencia de Nostalghia, una película actualmente sin distribución en España, y con defectos de imagen y sonido en casi todas las ediciones en DVD disponibles en el mundo. Con todo, lo más factible a día de hoy es hacerse con la edición del sello británico Artificial Eye (033) vía internet.

Reviewed by Paco Yáñez

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